Tintoretto (Jacopo Comin), fue un artista italiano que desarrolló su trabajo, principalmente, en Venecia. En la puerta de su taller había un letrero que decía: «El dibujo de Miguel Ángel y el colorido de Tiziano». Su padre lo llevó, justamente, ante el famoso artista veneciano luego de que el pequeño Jacopo pintarrajeara las paredes de su tintorería. Así, Tiziano habría sido, brevemente, debido a que lo habría considerado un competidor de temer, su único maestro.
Dato » Su apodo, Tintoretto, traducido como pequeño tintorero al castellano, se debe a la profesión de su padre.
La expresión artística de Tintoretto, enérgica y vehemente, le valió el mote de «Il Furioso». Sus obras parecen enfocarse más en transmitir las emociones que en adaptarse a ciertos cánones de belleza de la época. Tintoretto «hacía hablar a los cuerpos» a través de escorzos, claroscuros más que interesantes y visiones irónicas y desenfadadas.
Trabajador incansable, para ganarse nuevos clientes, en ocasiones realizaba trabajos cobrando solo el costo de los materiales. Entre sus anécdotas encontraremos muchas que dan testimonio de su habilidad para promocionarse.
Era un estudioso del lugar donde se emplazarían las obras y el impacto de las luces, sombras y puntos de vista en el observador. Como soporte de esta búsqueda probaba sus composiciones en pequeños teatros con figuras de cera.
Fue reconocido, también, por la gran dimensión de muchas de sus obras.
Dato » David Bowie, propietario de un Tintoretto, lo definió como un «Proto rock star».
Por todo esto, consideramos al arte de Tintoretto un modelo para nuestros talleres y sus producciones, anteponiendo, la expresión auténtica, la presencia en el trazo y la pincelada y el impacto en el observador, a los cánones de belleza. Sin dudas, cercano a nuestro ideal del arte como «conductor de emociones» o «conductor evolutivo masivo», Tintoretto interpela al contexto y al sujeto contemplativo.